sábado, marzo 17, 2007

I + D en Nueva Zelandia


Fuente: www.revistacity.cl

Pareciera ser que el enorme Océano Pacífico que separa a Chile de este país, cada día que pasa se achica y achica. Con un clima y recursos naturales bastante similares a los nuestros, Nueva Zelandia -explotando al máximo el uso de la innovación tecnológica- ha logrado posicionarse en el mundo. Chile es buen alumno y está aprendiendo.

En la isla sur de este país, un joven se amarra un elástico a sus tobillos, cierra los ojos y se lanza al vacío. Detrás de él hay una enorme cola de turistas esperando su turno.
Esta escena se repite diariamente en Nueva Zelandia, famosa mundialmente por el deporte aventura. “Tú ves que los kiwis tienen un espíritu de innovación en todo. Sin ir más lejos, el bungy-jumping (salto con elástico) lo inventaron ellos y por supuesto, tienen la propiedad intelectual de eso”, comenta Carlos Appelgren Embajador de Chile en Nueva Zelandia durante el período 2000-2004.


EN LA INNOVACIÓN ESTÁ LA GRACIA

Este país, de no más de cuatro millones de habitantes, dedica mucho tiempo a la investigación de ciencia y tecnología. En eso radica la diferencia con Chile y lo hacen bien. “La gran oportunidad está en la investigación conjunta en ciencia y tecnología, en patentar ideas, productos y servicios en alianza”, puntualiza Alberto Cañas, Jefe del Departamento Asia-Pacífico de ProChile. Además saben proyectarse, se anticipan a las necesidades que serán rentables en el futuro.
Por ejemplo, en el Forest Research Institute están usando madera para hacer productos plásticos con fibras vegetales. “Saben que el petróleo es finito, entonces se anticipan. Además, crean un producto reciclable, amigable con el medio ambiente. Vi maceteros, bandejas, vasos”, recuerda Appelgren. Hoy es un material más caro que el fabricado con el petróleo, pero no sería
de extrañar que en un futuro no muy lejano esa ecuación se invierta.
La gran diferencia es que los neozelandeses destinan bastante plata en investigación, en Chile ese monto es mínimo, bajo el 0,5% del PIB. “En nuestro país, este tipo de investigación está, en cierta medida, amarrada a los ministerios donde se gasta mucho dinero en burocracia más que en desarrollar nuevos mercados. En cambio, en Nueva Zelandia ese esfuerzo lo hacen las universidades con el sector privado, un muy buen negocio”, explica Appelgren.
Por ejemplo, la Universidad de Massey posee un centro de investigación lechera, con una granja modelo que funciona gracias a aportes privados. Lo que se produce ahí se vende a terceros, todo bien normado, hasta los derechos de propiedad intelectual.

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